jueves, 2 de mayo de 2013

Lo primero es el intercambio, no la familia

Para Lévi-Strauss, antropólogo francés, lo primero es el intercambio, no la familia: “si no hubiese intercambio no habría sociedad”. El parentesco no nace solo en la filiación y consanguinidad, sino en una alianza social de la familia. En todas las culturas se da esta alianza: el matrimonio entre un hombre y una mujer que procrean un hijo, es decir, el matrimonio culturalmente reconocido. Al menos hasta hace poco.
Los seres humanos llegan a una familia y no son la síntesis de sus progenitores: tienen un código genético, un genotipo y un sexo determinado, son hombres o mujeres. La familia tiene origen biológico en su base, pero su estudio debe ser asumido desde una mirada más amplia: lo cultural. Así como existe el código de la lengua, hay un conjunto de normas que guían los comportamientos en la reproducción social del parentesco, normas transmitidas en las relaciones entre los miembros de la familia. En la familia el ser humano se consolida como miembro de la sociedad, en las relaciones entre sus miembros se construyen los roles sociales y las identidades, el género o la identidad generacional.
/jp
Paul Marcoy, Voyage de l´Océan Pacifique a l´Océan Atlantique, a través l´Amérique du Sud, Le Tour du Monde, 1866

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