jueves, 1 de agosto de 2013

Responsabilidades compartidas frente a la televisión

"La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural" * Federico Fellini
Aunque el director de cine Federico Fellini dirigiera dos comerciales de tv, uno de un licor y otro de un banco, no se le puede quitar su condición de hombre de pensamiento confiable, libre y responsable. Recojo su lapidaria frase sobre la televisión (*) para motivar su reflexión. Y me permito añadir algunos elementos.
¿Sabía usted que quienes mantenemos los canales de televisión somos las audiencias? Pues sí, las empresas televisivas nos venden viendo tal o cual programa. Eso es el raiting, el número de televisores encendidos por los televidentes, usted entre éstos. A más raiting más caros los espacios de publicidad; la empresa televisiva gana y no tiene ninguna necesidad de cambiar de programación por mala que ésta sea.
Tres cosas son seguras sobre la televisión ecuatoriana: sus contenidos son de limitada calidad cuando no de mala calidad, llega a mucha gente y somos incapaces de apagarla.
No estamos hablando de temas menores.
La televisión sigue siendo, a pesar de la escalada continua del internet, el medio de mayor penetración cuantitativa y cualitativamente hablando. Son muchísimas las personas que ven la tele durante mucho tiempo (promedio hay más de un aparato de tv por familia, niñas y niños pasan más horas al año frente a la tele que en la escuela, y para las abuelos y los abuelos es una de sus pocas compañías y actividades de distracción).
Las imágenes en movimiento y sonidos con su fuerza expresiva entran sin pedir permiso directo al subconsciente ante la inactividad en la que nos encontramos cuando miramos televisión; es poca la reflexión personal y casi nula la reflexión colectiva. La tele ocupa ya no uno sino varios lugares de privilegio en la casa: la sala, los dormitorios, el comedor y hasta la cocina. La tele se convierte así en un medio por el cual, generalmente en soledad, cómoda y cotidianamente, casi de manera inconsciente definimos gran parte de nuestras actitudes y comportamientos: agresividad, miedo, machismo, regionalismo, adulto-centrismo, consumismo, individualismo, desesperanza, angustia, envidia, frustración. La obesidad tiene un aliado importante en la tele así como la anorexia, la bulimia, el bajo rendimiento escolar, la violencia, el mercado.
Y no es que las audiencias sean sacos vacíos pero entre esquemas y estereotipos, entre violencia y más violencia, estos contenidos tienen incidencias negativas mayores o menores según los preconceptos y entornos personales y familiares. En aquellas audiencias que ya son excluidas de oportunidades de una buena salud, una buena educación, de entornos amables, de otras opciones de entretenimiento y conocimiento, de espacios de diálogo, reflexión y resolución pacífica de conflictos puede ser aún más negativa su incidencia o más positiva según los mensajes trasmitidos. Es como el transporte solo que con la televisión actual la contaminación no es del aire sino de la mente y el círculo es vicioso pudiendo ser altamente virtuoso por las mismas condiciones de emisión y recepción que le son propias a este medio de comunicación. Por ello hay que pensar que este servicio público de comunicación debe ser de calidad porque a más de que se trata de un servicio relacionado a la formación - o deformación – mental, quienes están expuestos a sus mensajes son personas y como tales tienen derecho a una comunicación de calidad.
Podríamos llegar a apagar la tele, pero los derechos son irrenunciables y el derecho a la comunicación, incluido el derecho a la información, así como el derecho al entretenimiento pasa preferencialmente por este medio. Pero además es la potencia de la televisión como medio de comunicación por sus características de emisión recepción lo que no debe quedar fuera de la lucha por restablecer nuestro sistema cultural que viene a ser el sistema vital porque la cultura es como la telaraña que mientras se habita se teje, como dice la comunicadora Clemencia Rodríguez. La diferencia está en qué decimos, cómo decimos y para qué decimos lo que decimos a través de ella.
La televisión es parte importante de ese sistema cultural y el tema sobre su papel en la sociedad no es nuevo. En el mundo hay numerosas investigaciones que analizan los efectos de la televisión en la sociedad. En Ecuador la investigación es escasa, existen estudios sobre la percepción de las audiencias sobre sus mensajes, otros sobre los efectos de los mensajes en las audiencias, algunos sobre el tratamiento de la información de los noticieros y pocos sobre la programación existente en la tele. Estos estudios, en relación a las noticas, dicen que falta diversidad, contextualización e investigación. En relación a los programas de entretenimiento evidencian que en los de producción nacional hay sexismo, racismo, machismo y en los enlatados -mayoritariamente norteamericanos- niveles de violencia indiscriminada. Las novelas merecen atención particular por la cantidad y la mala calidad dada por una carga de esquemas, estereotipos y clichés. La publicidad a más de promover un consumismo galopante ratifica los estereotipos de las novelas sobre el valor de las personas por lo que tienen y por lo que son.
Por fortuna también hay tres ejes de partida para convertir el círculo vicioso dela televisión y la sociedad y convertirlo en un bonito, entretenido, informativo y hasta formativo círculo virtuoso: Producir y difundir mejores contenidos. Regular la programación a fin de que en el horario de la franja de protección familiar -donde niñas y niños son el referente de público- no se exhiban contenidos violentos, sexistas, discriminatorios que puedan afectar su progresivo desarrollo como seres humanos libres sino aquellos contenidos que aporten positivamente a ese desarrollo. Cultivar capacidades individuales para la recepción crítica de los mensajes para tomar distancia y analizar lo que los mensajes dicen a fin de que las audiencias puedan cuestionar, proponer y exigir contenidos de calidad en la tele. Esto siempre y cuando se asuma colectivamente que los canales de televisión son medios de comunicación antes que empresas responsables lo cual es incluso necesario para la productividad de estos nuevos mensajes de calidad que necesitamos como sociedad. Reflexión necesaria ahora que la televisión digital cuadruplicará los canales y en la cual usted como usuario, adicto o no, tiene un papel protagónico. Cuéntenos sus visiones, anhelos y preocupaciones. Es momento oportuno. Después puede ser tarde.
/llj